Escudriñar su forma de trabajar, de estructurar sus argumentos y de organizar sus hábitos que crean opinión pública. El I Congreso Valladolid capital del columnismo ha servido para conocer al columnista. Para dialogar con él en primera persona, para reflexionar sobre un personaje que habita la prensa impresa y digital y que vive una nueva etapa de auge. España puede presumir orgullosa de este género del periodismo de opinión, de su literatura de diario. El Valladolid de Cossio, Delibes y Umbral vuelve a ser referencia de la columna gracias a una colaboración única entre Ayuntamiento de Valladolid, Universidad de Valladolid, Asociación de la Prensa de Valladolid y Fundación Godofredo Garabito y Gregorio.


Vallacolumna analizó al columnista. Desde la atalaya académica y manchándose lo dedos con la tinta de sus periódicos. Una veintena de los mejores representantes del columnismo español nos contaron su forma de entender el oficio. Si a escribir se aprende a escribiendo qué mejor que intentar entender el columnismo a través de algunas de las muchas frases que dejaron caer en la Facultad de Filosofía y Letras y en la Casa Revilla. Quizá hayamos elegido una tarea demasiado complicada, estemos intentado una suerte de acertijo irresoluble. En esa pista nos puso nada más llegar Ignacio Camacho asegurando que “el columnismo se aprende de oído” y “es un género sin reglas”. Por eso no enunció ninguna norma pero sí dejó algunas claves. “El columnista es fruto de su experiencia” y “está en auge porque explica lo que le pasa a la gente”. Precisó Camacho sus preferencias sobre las firmas que argumentan y contextualizan, huyendo de los que “hacen frases y no ideas”, de sus colegas que “no permiten que la realidad les estropee una buena frase”. Esa primera mañana el contrapunto al veterano periodista de ABC lo puso uno de los valores de la nueva generación, Jesús Nieto Jurado quien citaba a León Gross para definir el género como “una pizza: una construcción intelectual para ser consumida”. El autor de Picalagartos en El Español considera que a la hora de escribir “hay que guiarse por el corazón, sin dejar de lado la razón”.


La primera noche trajo a Valladolid a Rubén Amón, Emilia Landaluce e Ignacio Ruíz Quintano con el objetivo de describirnos cómo escribir de urgencia. Amón considera que esa urgencia mejora el artículo: “El artículo se va manifestando en sí mismo”, “una buena historia y la presión de una fecha de entrega son esenciales para escribir una buena columna”, enfatizó el periodista de El País. El maestro Ruiz Quintano de ABC añadía un elemento más, “la censura te hace escribir mejor” porque te obliga a buscar los recovecos y a contar entre líneas. Los tres conversaron también sobre las redes sociales mostrando su preocupación porque los medios y los propios articulistas puedan prestarles demasiada importancia. “No podemos adecuar el criterio informativo a Twitter” enfatizaba Landaluce de El Mundo, un lugar virtual que Quintano considera “un bar a las tres de la mañana”. Aún así todos reconocen que “es vital para proyectar tu trabajo” como explicaba Rubén Amón.



La segunda jornada llegó la política en las palabras de Juan Soto Ivars y de Guillermo Garabito. Su misión de dar el contrapunto a la crónica parlamentaria buscando los detalles y fomentando la crítica a través de la anécdota incluso desataron controversia entre parte del público. Explicaba Garabito como mientras sus compañeros periodistas de ABC son los encargados de los artículos informativos él busca en las Cortes de Castilla y León a “los políticos en los pasillos”, los gestos desde la tribuna de prensa, “un lugar muy alejado físicamente de los políticos”, para contar al lector su punto de vista de lo que allí ocurre. Un estilo distinto relata Soto Ivars que reconoce tirar de narrativa literaria en sus columnas desde el Parlamento de Cataluña. Desde el primer día, cuando quedó sorprendido de que “el parlamento catalán es tan aburrido como el zoológico” que está al lado en Barcelona. “Lo bueno es que como vengo de la literatura me dejan inventarme cosas” decía el columnista de El Confidencial, aunque subraya que todo lo que se inventa es lo suficientemente inverosímil para que todo el mundo se de cuenta que no ha pasado, “no podemos mentir”. En el ambiente quedó otra asignatura pendiente, la que nos lleve a analizar el trabajo del periodismo en los parlamentos que se han convertido en un teatro de postureo y mensajes preparados por equipos de comunicación, según los ponentes.


La noche se dibujó en humoristas gráficos, la columna apaisada y de trazos. Ricardo (El Mundo), José María Nieto (ABC) y Sansón (El Norte de Castilla) dialogaron sobre cómo crean las viñetas que hacen sonreír, emocionan, hacen reflexionar o critican con dureza. Sansón asegura que “lo hacemos es darle la vuelta a la realidad y no es sencillo”, porque ” tienes que estar todos días adaptándote a lo que sucede, no puedes tener chistes en el cajón”. “Somos poetas de la actualidad” sentencia J.M. Nieto, “no somos voces cualificadas sobre nada, a la gente le interesa lo que decimos por la forma”. También hablaron sobre su rutina a la hora de preparar cada viñeta diaria. Ricardo dice que “cualquier intento de sintetizar la creatividad fracasa” y explica como él comienza desde las cuatro de la tarde a barajar ideas que va madurando durante la tarde. Todos reconocen que muchas veces muestran sus chistes a los más cercanos antes de enviarnos a ver si funcionan.


El último día del congreso fue el turno del deporte, la columna deportiva en dos grandes valores del género: Hughes (ABC) y Juan Tallón (El País). Un encuentro entretenido en el que chocó el pesimismo genial de Hughes con la pasión por el oficio de Tallón que considera que “el periodismo siempre ha estado en crisis y eso es bueno”, aseverando que “es un trabajo de mierda, pero una mierda apasionante”. El periodista de El País utiliza el fútbol “para ir más allá del partido, para usarlo como metáfora de otras cosas”. Contrasta con el punto de vista de Hughes, que suele escribir las crónicas pegadas al pitido final y aconseja “conserva tu mirada de aficionado, la independencia de criterio”. “Lo que te tiene que gustar mucho es escribir, pasártelo bien”.


La última cita fue con otro trío formado por Jorge Bustos (El Mundo), Rosa Belmonte (Vocento) y Ricardo F. Colmenero (El Mundo Baleares) para hablar de la literatura de diario, como definición de la columna. En este sentido todos destacaron la importancia de la mirada única de cada columnista como valor de sus artículos. “El periodismo está inventado y es muy difícil superar lo que se ha hecho ya, hay que leer a los mejores” aconseja Bustos que cree que “si los periódicos se han de salvar, se salvarán por la escritura”. Coincide Rosa Belmonte en que “el periodismo tiene que estar bien escrito, no puedes estar dando solo noticias, a los 10 minutos mueren”. Y escribir bien no es sencillo. Belmonte y Colmenero reconocen que sufren a la hora de parir cada columna. Dice el periodista de El Mundo de Baleares que “a escribir se escribe por envidia”, él empezó a escribir columnas hace un par de años: “cuento las tonterías que me pasan en mi vida”, pero “si consigues fabricar un estilo, ya tienes una voz”.


El muro del “saloncito” de la Casa Revilla se ha ido completando con las dedicatorias de cada uno de ellos. Sus firmas han quedado para la historia de este congreso y de esta ciudad, igual que sus palabras a diario para el periodismo y la literatura de nuestro país. A través de ellas hemos diseccionado al columnista, un ser que habita los periódicos y que nos ayuda a interpretar la realidad y a descubrir ventanucos del día a día a los que jamás no hubiéramos asomado.